jueves, 27 de octubre de 2016

¿Es un guepardo, un leopardo o un jaguar?

Imagínate que estás en medio de la selva, a punto de ser devorado por un felino moteado y, de repente, te entra la curiosidad por saber de qué especie es aquel animal que va a causarte la muerte. Bueno, es cierto que un guepardo no sería porque no abundan en las selvas… y también podrías deducir a cuál de los otros te enfrentas con solo recordar el continente en el que estás… Da lo mismo, olviden la historia de la entrada y céntrense en lo importante: ¿Cómo se distinguen estas tres especies de felinos con manchas a simple vista?

Pues nada más y nada menos que por las manchas ya que, a pesar de lo que pueda parecer, no son iguales. Los guepardo solo tiene puntos, mientras que en leopardos y jaguares las manchas suelen formar círculos en su lomo. ¿Y para distinguir a estos dos? Pues en leopardos el centro del círculo está limpio y en jaguares tienen puntos.

La próxima vez que esté a punto de ser devorado, ya podrás saber qué es lo que te va a comer. A no ser que sea un tigre, claro.

martes, 25 de octubre de 2016

¿Cuántas jorobas tienen los camellos?

Antes de responder a la pregunta de cuántas jorobas tiene un camello, primero habría que tener claro qué entendemos por “camello” porque este nombre tiene varios usos. Podemos considerar como “camellos” a todos los que pertenecen a la familia de los caméllidos, a los que pertenecen al género Camelus o solo a las dos especies de camellos batracios.

En cualquier caso, el reparto de jorobas es sencillo: sólo tienen los del género Camelus, correspondiendo dos a cada una de las especies de camellos batracios y una a los dromedarios.

Así que la próxima vez que te pregunten cuántas jorobas tienen los camellos puedes responder que la pregunta es poco concreta. O puedes decir que tienen dos y así te evitas quedar como un sabelotodo. La decisión es tuya.

martes, 18 de octubre de 2016

Animales que se reconocen frente al espejo

Reconocer el propio reflejo en un espejo puede parecernos una obviedad, aunque en realidad se trata de una rareza entre la mayoría de los animales. Muy pocas especies son capaces de reconocerse a sí mismas e incluso dentro de los humanos hay excepciones (los bebés menores de un año y aquellos que sufren dolencias relacionadas con la memoria o el reconocimiento de caras).

Algunos tratan de buscar en ello “la medida de la propia consciencia” o, incluso, hay quien lo relaciona con cuestiones divinas, pero que tener en cuenta que en muchas especies la vista es algo tan secundario que es más probable que la “conciencia de sí mismo” se base en otros aspectos como el olor. Además, dada la ausencia de espejos en la naturaleza, esta habilidad no en nada a la supervivencia y, por tanto, es completamente ajena a la selección natural. Que aparezca o no puede deberse a la más pura casualidad.

Determinar qué especies son capaces de esta proeza tampoco es algo fácil de averiguar. La Prueba del Espejo de Gordon Gallup Jr, por ejemplo, consiste en poner a un animal una marca en el cuerpo y después enfrentarlo a un espejo para ver si se da cuenta de que la marca que ve en el reflejo está en su cuerpo. Esto no solo puede resultar bastante subjetivo (que el animal se frote la marca se puede deber a muchas cosas) y penaliza a especies cuyos comportamientos les impiden mirar a otro ejemplar directamente, que son incapaces de ver otras partes de su cuerpo (¿cómo sabe un cocodrilo que no tenía la marca donde se la pongas si nunca ha sido capaz de verlo antes?) o que tienen un tipo de visión diferente.

Hasta el momento, este tipo de prueba lo han pasado varias especies de primates, cetáceos, elefantes y córvidos que son, básicamente, los típicos animales a los que se dirigen todos los test sobre inteligencia. Habría que saber qué animales, más allá de los perros, no los han pasado y por qué.

Los que, desde luego, no tienen ninguna conciencia de su reflejo son los gatos y para demostrarlo no hay más que poner uno de los millares de vídeos que circulan por internet de gatos cabreados atacando a espejos. También hubiera valido echarle un ojo a mi gato que, como nunca había visto a uno de su especie y además era un cobardica, cada vez que estaba cerca de un espejo miraba hacia otro lado como si esperase que el bicho del reflejo fuera a desaparecer si lo ignoraba el suficiente tiempo.

jueves, 13 de octubre de 2016

Aves y saurios 10: Las aves son dinosaurios

Ha sido un camino largo y difícil desde que se descubriera Archaeopteryx allá por 1961 y, desde ese mismo momento, los ataques y acusaciones han estado a la orden del día. Pero la ciencia nunca se detiene y los investigadores han ido sumando minuciosamente cada descubrimiento: el eslabón perdido entre aves y saurios, las plumas fosilizadas, los dinosaurios con alas… Este último, supuso uno de los hitos más grandes pues suponía poner fin a la última resistencia que dejaba a las aves separadas. Pues si tenían alas y podían volar, no había razón para admitir lo que empezaba a ser obvio: que las aves son dinosaurios.

Y que conste que no digo que desciendan de los dinosaurios, si no que lo son. Esto significa que un colibrí presenta menos diferencias con un diplodocus que un lagarto con un cocodrilo (diferencias de las que importan en una clasificación, me refiero, no a minucias como el tamaño) y que hubo un grupo de dinosaurios que sobrevivió a la extinción en masa que acabó con su reinado.

Pero más allá de que dónde se clasifiquen las aves, la verdadera importancia de esto es que una vez más se ha demostrado que no hay sitio para dogmas en la ciencia, pues esta se basa en la acumulación de descubrimientos. Y si las aves han acabado siendo dinosaurios, a partir de ahora podemos esperarnos cualquier cosa. Nada es sagrado y todo es revisable.

jueves, 6 de octubre de 2016

Aves y saurios 9: El origen del vuelo

El último gran misterio sobre el vuelo que queda es el de su origen y dos teorías se enfrentan para defender su perspectiva. Por un lado tenemos a los que piensan que corredores como los velociraptores llegaron a surcar los cielos agitando sus alitas. Y, por otro, a los que confían en los pequeños planeadores arborícolas como los microraptores. ¿Con qué grupo se quedan?

Yo, personalmente, siento debilidad por los velociraptores y desearía que fuera cierto que, aleteando cual gallinas, hubieran llegado a emprender el vuelo. Pero me temo que no es el caso. Más que nada por lo complicado que sería. El principio de Ockham dice que la explicación más sencilla es la más probable. ¿Y qué creen que es más sencillo? ¿Que unos animales que planeaban acaben volando o que, de repente, un animal corredor reúna las características suficientes para volar? Obviamente, los planeadores lo tienen bastante más fácil, más que nada porque tienen medio camino hecho.

De hecho, la mayoría de vertebrados que han volado en realidad solo planeaban (como los pterodactilos) y los que tienen vuelo verdadero, presentan alas grandes que evidencian que en proceden de animales planeadores (como los murciélagos). El planeo es una constante en la evolución y aparece en varios grupos de animales (mamíferos, reptiles, anfibios). En aves también hay especies que se caracterizan más por planear que por volar como los buitres. Por el contrario, despegar es una tarea muy complicada y muchas aves tienen que buscarse trucos como correr sobre el agua o tirarse desde acantilados. Es difícil aceptar que la primero que consiguieran las proto-aves fuera despegar cuando aún hay unas cuantas que no lo dominan.

Además, sería mucho más fácil que un planeador llegara a volar por la sencilla razón de que cualquier mutación que le acercara a ese objetivo, sería mucho más ventajosa. Así, por ejemplo, que el hueso se haga menos denso permitiría al planeador cubrir más distancia, mientras que al corredor le podía suponer una pata rota.

Por todo ello, parece razonable llegar a la conclusión de que fueron los pequeños dinosaurios arborícolas los que consiguieron dominar el vuelo y, más tarde, darían lugar a las aves.

martes, 4 de octubre de 2016

Es imposible que una abeja vuele

“Las abejas (o los abejorros o las moscas, según quién te cuente la anécdota) no pueden volar según las leyes de la aerodinámica, solo que ellas no lo saben”. Hay que reconocer que es una pedazo de frase. Es contundente, graciosa, contradice la realidad, suena a consejo de autoayuda (si ellas pueden, tú también), planea un misterio y sirve para apoyar cualquier teoría que gire en torno a la idea de que “hay cosas que la ciencia no puede explicar”. Reúne todo lo necesario para grabarse a fuego en cualquier cerebro y su índice de pegajosidad está a la altura de “la fruta no se puede comer de postre” o “los humanos no estamos diseñados para digerir la lactosa”. Y es igual de acertada.

Se dice que, según la aerodinámica, un animal de ese peso y con ese tamaño de alas no debería poder volar, pero pensemos un poco:

- Las abejas vuelan. Eso es un hecho impepinable que se puede demostrar empíricamente.

- No lo hacen con magia, porque la magia no existe (hasta donde yo sé).

- Tampoco es un milagro ya que hacer que un puñado de insectos vuelen sería el acto divino más absurdo de la historia.

- Y dudo mucho que los insectos sean unos superseres capaces de abstraerse del funcionamiento del resto del universo.

- Por tanto, dado que vuelan y no parece que se deba a causas sobrenaturales, la única conclusión lógica es que las abejas lo hagan respetando todos los principios básicos de nuestra realidad.

De hecho, lo que increíble no es que las abejas puedan volar, sino que la física no pueda explicarlo. La misma gente que trata de demostrar un concepto tan complejo como el de las supercuerdas (en el que se manejan supuestos con hasta 11 dimensiones) son incapaces de entender el vuelo de una simple mosca. Pues muy bien por ellos. Gallifantes para los caballeros.

Aunque hay algo más preocupante en todo esto y es lo fácil que una anécdota tonta que alguien contó puede llegar a convertirse en un mantra científico repetido por medio mundo como si en él se encerrase el sentido de la vida. “Según la física, es imposible que las abejas vuelen”, “según la física, es imposible que las abejas vuelen”, “según la física, es imposible que las abejas vuelen”. Da hasta un poco de miedo.

Por cierto, al final los científicos se pusieron a trabajar y ya son capaces de explicar por qué vuelan las abejas. Tiene que ver con su capacidad para rotar las alas, pero si quieren enterarse de más pregunten a un físico.

jueves, 23 de junio de 2016

Aves y saurios 8: Los dinosaurios sí volaban

“¿Qué? Esto es un timo” pensarán algunos “Pero si la semana pasada contabas que no volaban”. Bueno, qué puedo decir. Bienvenidos a la ciencia. Es lo malo que tienen las cosas que no son dogmáticas ni dictadas por un poder supremo, que están sujetas a cambios en función de las pruebas que se encuentren. Como un capítulo de “Se ha escrito un crimen”.

Durante muchos años, mi afirmación de la semana pasada fue rotunda y no admitió ningún tipo de excepción, más que nada porque los únicos lagartos voladores conocidos eran los pterosaurios y esos estaba claro que no eran dinosaurios. Claro que eso fue antes de que empezara todo el lío de los dinosaurios emplumados.

Una vez que quedó claro que buena parte de dinosaurios terópodos contaban con plumas y alas, empezaron a surgir voces que se preguntaban si alguno de ellos podría volar. Por supuesto, como siempre, la comunidad científica más conservadora se lanzó en tromba a desmentir cualquier argumento que lo que ya estaba establecido: que las aves volaban y los dinosaurios no. Sin embargo ¿por qué tenía que ser el vuelo patrimonio de los pájaros? ¿por qué no podía aparecer un poco antes en la línea evolutiva entre saurios y aves? Actualmente, varios científicos afirman que algunos integrantes de Microraptor, los pequeños terópodos (grupo al que también pertenecerían velociraptor y T-Rex) arborícolas de cuatro alas, podrían haber desarrollado un vuelo verdadero ayudándose de sus largas colas emplumadas. El debate y la polémica están servidos pero, por lo menos, parece que el dogma de que sólo las aves pueden volar empieza a resquebrajarse.

jueves, 16 de junio de 2016

Aves y saurios 7: Los dinosaurios no volaban

Como ya decía en el artículo Las plumas no surgieron para volar, los científicos tienen claro que los dinosaurios no volaban. Y es que los pterosaurios, esos fantásticos rep-tiles con gigantescas alas que todos conocemos de cómics, películas, muñecos y dibujos animados no eran dinosaurios. Reptiles, sí. Arcosaurios, también. Pero dinosaurios, no.

Y no son dinosaurios porque estos poseen dos características que les distinguen del resto de reptiles y les separa de los lagartos: son de sangre caliente y tienen las extremidades rectas en lugar de arqueadas hacia fuera (que, de hecho, es lo que obliga a los lagartos a “reptar”).

Donde sí entrarían sería en el grupo de Arcosaurios que también incluye a aves y cocodrilos ya que poseen los características propias de estos, como tener una ventana anteorbital (traducido: un agujero en el cráneo delante del ojo). Otros reptiles que no son dinosaurios aunque la gente lo crea serían los ictiosaurios (muy parecidos a los delfines) o los plesiosaurios (parecido a lo que la gente imagina que hay en el lago Ness). Básicamente, si vuela o nada, no es un dinosaurio.

Por cierto, que tampoco serían dinosaurios los pelicosaurios, esos reptiles con una enorme cresta a la espalda. De hecho, esos son nuestros antepasados, pero de ellos hablaremos otro día.

martes, 14 de junio de 2016

Animales que no lo parecen 1

De los 40 grandes filos en los que se divide el reino de Animalia, tenemos asumidos como animales a los vertebrados, artrópodos, moluscos y cualquier cosa con forma de gusano. El resto, la mayoría sésiles y marinos, nos cuesta un poco más asumir que estamos relacionados con ellos. Aquí van cinco ejemplos. No he querido poner fotos por no romper la estética del blog, pero les recomiendo que busquen. Sobre todo, del último.

- Esponjas: Como decía el otro día en el artículo Las esponjas son animales a pesar de que incumplen muchos de los preceptos que se le supondrían a un animal: no se mueven, no poseen tejidos dife-renciados y muchas de ellas carecen de simetría. Sin embargo, puede más que tengan células con núcleo, que carezcan de pared celular, que sean organismos pluricelulares (bueno, eso puede llevar algún matiz) y sean incapaces de fabricarse su propio alimento como las plantas.

- Corales: Otro de los filos que nos cuesta identificar como animales es el de los Cnidarios, filo en el que se incluyen los corales. Claro que lo que se nos suele olvidar es que lo que nosotros solemos conocer como “coral” no es más que la construcción calcárea fabricada por un bicho que vive dentro y que tiene un aspecto parecido a una anémona (ver más abajo) que también son cnidarios. Por cierto, hablando de parecidos, otro día hablaremos de la relación que existe entre los corales y las medusas que, en algunas especies, son dos caras del mismo animal.

- Anémonas: Estos cnidarios mari-nos suelen ser tenidos por plantas e, incluso, por esponjas. Sin embargo, a diferencia de las esponjas, las anémonas sí que cuentan con tejidos diferenciados, simetría, algo de movilidad y hasta un sistema nervioso primitivo. Además, tienen nematocistos, unos orgánulos celu-lares característicos de cnidarios que les permiten inyectar toxinas para-lizantes a sus presas y enemigos. Después de todo, no hay que olvidar que pertenecen al mismo filo que las medusas.

- Siboglínidos: Tienen forma de gusano, viven en tubos de proteínas que crean ellos mismos y tienen todas las papeletas para pasar a formar parte del plantel de extraterrestres devora-hombres de cualquier película de ciencia-ficción. Pero todo el mundo tranquilo porque estos animales no van a comerse a nadie. De hecho, carecen de boca y se alimentan gracias a la simbiosis que mantienen con unas bacterias oxidadoras de azufre, lo que les obliga a vivir cerca de dorsales oceánicas. Son de los pocos organismos pluricelulares que pueden permitirse el lujo de residir allí.

Estos son solo unos pocos ejemplos, así que seguimos otro día.

jueves, 9 de junio de 2016

Aves y saurios 6: Las alas no aparecieron para volar

Al igual que hace poco decía que las plumas no surgieron para volar (en el Aves y saurios 4), tampoco lo hicieron las alas. Primero por la razón filosófica que siempre menciono: nada en la evolución aparece para conseguir nada en concreto pues eso implicaría que algo lo ha hecho aparecer previendo unas consecuencias concretas (ver Los osos polares son blancos para camuflarse en la nieve). Y, además, porque el vuelo es una actividad que involucra demasiadas estructuras y modificaciones para que suceda de repente.

Así que los dinosaurios tenían unas alas (seguramente rudimentarias) que no valían para volar, pero para algo debían servir. Alguna ventaja les daría esta estructura para que los primeros reptiles que la tuvieron no sólo no se extinguieran, sino que inaugurarían un linaje que se extendería hasta las aves actuales.

A corredores como los velociraptores, las alas podrían ser una forma de estabilizar el cuerpo en la carrera, de una forma similar a lo que hacen lo pollitos cuando corren. Además, puede que este uso esté relacionado con una de esas preguntas que siempre han rondado mi mente: ¿Por qué la evolución favoreció el acortamiento de los brazos de los terópodos cuando es imposible que suponga una ventaja evolutiva? Por supuesto, como he explicado muchas veces, esto puede deberse a la más pura casualidad. Lo mismo todos los ancestros del T-Rex que tenían los brazos más largos murieron de una neumonía y se quedaron los paticortos, que lo mismo no tenían tanta maniobrabilidad pero poseían mejores anticuerpos. Esas cosas pasan. Pero estaba pensando ahora si no podría ser que unas alas pequeñas y más cortas pudieran haber favorecido más la carrera de estos animales y hacerlos más exitosos evolutivamente. Que conste que esto no cuenta ni como teoría científica ni nada, sólo es un pensamiento que acaba de cruzar mi mente.

Pero no sólo para correr debían servir las alas, pues muchos estudiosos apuntan que microraptor, un grupo de pequeños terópodos que poseían 4 alas, podían ser arborícolas y usarlas para planear (de un modo similar al de las ardillas voladoras) o tirarse en paracaídas sobre sus presas.

martes, 7 de junio de 2016

Las esponjas son animales

“¿Cómo es posible que las esponjas sean animales?” Se preguntarán algunos. “Pero si no se mueven” añadirían. Y, la verdad, es que algo de razón habría que darles. Después de todo, la capacidad de movimiento es una de las características tra-dicionales de los animales y las esponjas mucho movimiento no suelen tener. No es de extrañar que durante siglos se las clasificara como vegetales. Pero no. No son plantas ni ninguna clase extraña de seta marina. Tampoco algas raras. Son animales y de todo derecho.

¿Y qué hay del movimiento? Pues hay que tener en cuenta que “capacidad de movimiento” no se refiere a que te puedas echar una carrera, sino que serviría con tener partes móviles, algo que las esponjas cumplirían por poseer cilios en las células ¿Demasiado rebuscado? Los científicos a veces son así y se empeñan en adaptar las cosas para que cuadren. Yo, por el contrario, soy más partidario de eliminar el movimiento como característica de los animales. Para empezar porque no es algo exclusivo del grupo, pero también porque hay varios grupos como las esponjas o los hongos que han sido clasificadas donde no debían. Antiguamente, la dualidad animal=móvil y vegetal=inmóvil podía ser útil, pero ya hemos progresado lo suficiente para saber que hay cosas más importantes que la movilidad.

¿Y qué es más importante que moverse? Por ejemplo, el tipo de células. Los animales son los únicos seres pluricelulares que tienen células eucariotas (es decir, con núcleo) desprovistas de una pared celular que la proteja. También son heterótrofos, lo que significa que debemos alimentarnos de otros seres porque no somos capaces de producir nuestro propio alimento. Y, por si todo eso fuera poco, respiramos oxígeno, poseemos colágeno, nos reproducimos sexualmente y tenemos embrión. Si cumples todo eso, eres un animal. Y las esponjas lo cumplen.

De todas formas, las esponjas siempre han sido la excepción que confirma la regla. Por ejemplo, todos los animales cuentan con tejidos diferenciados... salvo las esponjas. O todos los animales simetría corporal... salvo algunas esponjas. Son los graciosos de los animales, siempre dando la nota. Pero animales son, de eso no hay duda.

jueves, 2 de junio de 2016

Aves y saurios 5: Los dinosaurios tenían alas

Si tenemos en cuenta que el cuerpo de los dinosaurios terópodos estaba recubierto de plumas, a nadie le debería sorprender que las plumas de las extremidades anteriores formaran alas. Después de todo, no debemos olvidar que este tipo de dinosaurios son considerados los ancestros de las aves modernas y es bastante lógico suponer que una estructura como el ala surgiera antes de que los pájaros o Archaeopteryx aparecieran sobre la faz de la Tierra.

De hecho, se han encontrado fósiles de microraptor (dinosaurios que comparten familia con los velociraptor) que no es que tengan 2 alas ¡es que tienen 4! Dos en las extremidades anteriores y dos en las posteriores. Y es que en ningún sitio está escrito que no se puedan desarrollar alas en las piernas.

martes, 31 de mayo de 2016

¿En qué consiste la domesticación?

La domesticación es uno de esos conceptos que (como la “cultura”, la “conciencia” o el “arte”) para la que hay mil definiciones diferentes. Algunos dicen que es una simbiosis, otros identifican domesticación con domesticidad y consideran domesti-cado a cualquier animal doméstico, los hay para los que domesticar y domar es lo mismo... Para mí, la domesticación es el proceso por el cual el hombre introduce cambios en los seres vivos para hacerlos más productivos que les llevan a resultar inviables en la naturaleza.

Así, por ejemplo, las ovejas tendrían muy complicado pasar un verano sin deshidratarse con sus abrigos de lana (para saber cómo apareció la lana puedes leer “la lana es un invento humano”) que, para colmo, se irían enganchando en todos los arbustos que se cruzaran. Las vacas, con sus enormes ubres y su lactancia perpetua (que se llevaría buena parte de los nutrientes que comiesen), serían otras que lo pasarían bastante mal en libertad. Eso por no hablar de los perros, con su incapacidad para madurar (ver “Los perros abandonados”) y las formas cada vez más extremas que adoptan las razas. Aunque, para formas incompatibles con la naturaleza, las de los cerdos, cuyos volúmenes corporales en edad adulta llegan a tales niveles que muchos son totalmente incapaces de andar.

En el otro lado se situarían los gatos y los caballos que, salvo algunas razas muy raras como los gatos esfinge (carecer de pelo no es lo mejor para pasar el invierno), se diferencian poco de sus primos salvajes.

martes, 10 de mayo de 2016

Aves y saurios 4: Las plumas no surgieron para volar

Los dinosaurios no volaban. Eso es algo que los científicos llevan declarando de forma tajante desde hace décadas. Los pterosaurios y pteranodones sí, pero esos eran reptiles de otras familias, no de los dinosaurios. Por tanto, si admitimos que tenían plumas, también tendría-mos que admitir que las plumas no surgieron para volar. De hecho, incluso si al final se descubriera que alguno de los dinosaurios era capaz de surcar los cielos, el título de esta entrada seguiría estando en lo cierto: las plumas no surgieron para volar.

La primera razón es la filosófica. A no ser que uno crea en un poder superior que va dirigiendo la evolución de las especies, las cosas no surgen con una finalidad concreta. Aparecen y luego si tiene utilidad, pues mejor que mejor. Por ejemplo, tener todos los glóbulos rojos en forma de media luna (anemia drepanocítica se llama) es un síndrome con multitud de complicaciones y con una esperanza de vida bastante corta. Tener sólo la mitad, te protege de la malaria. Pero nadie puede decir que, causando el sufrimiento que causa a los que padecen la anemia, esa mutación surgió para proteger a nadie de la malaria. Simplemente, pasa. Y lo mismo con las plumas.

La segunda razón es que volar implica mucho más que unas simples plumas, como bien saben gallinas y avestruces. Además, las plumas encontradas en dinosaurios son proto-plumas, algunas de las cuales tienen una estructura bastante parecida a un pelo. Y su función, también sería la misma que nuestro pelos: crear una capa de aire sobre la piel que evitara la desecación, el frío, la pérdida excesiva de agua y las quemaduras solares. No es volar, pero tampoco es moco de pavo.

martes, 3 de mayo de 2016

Evolucionar no significa mejorar

Incluso antes de que internet copara nuestras vidas y la inmediatez se convirtiera en dogma, a poca gente le daba por leerse los largos tratados científicos llenos de complicados tecnicismos y que, en muchos casos, ni siquiera llegan a una conclusión clara. El problema de esto es que las teorías que nos llegan, suelen hacerlo desprovistas de todas las explicaciones y matices que deberían llevar. Así, mucha gente sigue creyendo que Darwin postuló que el hombre viene del mono o que la evolución hace mejorar los animales. Y ninguna de las dos cosas son ciertas. Empecemos por lo de la evolución y dejemos los monos para otro día.

Evolucionar no significa mejorar, sólo cambiar. Cuanto más alejado esté de la forma que tenían sus antepasados, más evolucionada estará una especie, pero eso no significa que sea mejor. Puede tener una organización más compleja, más adaptaciones al medio o más mutaciones en sus genes, pero eso no significa que sea mejor. De hecho, no hay nada que diga que evolucionar tiene que ser algo beneficioso.

El problema es que en biología, las cosas no son mejores, sino aptas para un determinado ambiente. Lo que vale en un sitio, puede ser un desastre en otro, independientemente de lo evolucionada que se suponga que esté tu especie. Sí, los humanos poseemos una inteligencia que nos permite alterar todo nuestro planeta y hay más especies de insectos que del resto de animales y las plantas angiospermas han conquistado casi toda la tierra emergida y las aves pueden volar por los cielos. Pero en el océano a 3000 metros de profundidad junto a una dorsal oceánica de la que sale el agua a más de 300 grados no hay humanos, insectos, angiospermas o aves. Ahí lo que vive bien son arqueas, unas bacterias que se supone que han evolucionado muy poco y que pueden realizar maravillas como soportar altísimas temperaturas o alimentarse de metales pesados. Ahí características tan "evolucionadas" como ser pluricelular, soportar la desecación terrestre, usar fuentes de carbono como alimento, regular la temperatura, la reproducción sexual o realizar la fotosíntesis no valen de nada. Y es que, a veces, lo más sencillo es lo mejor.

jueves, 21 de abril de 2016

Aves y saurios 3: Los dinosaurios tenían plumas

Olvídate de los dinosaurios de piel escamosa y color verdoso, grisáceo o amarillento porque los hallazgos paleontológicos apuntan a que los terribles lagartos gigantes en rea-lidad estaban ¡¡cubiertos de plumas!!

La aparición de Archaeopteryx y su aspecto de dinosaurio con alas dejó claro que existía una conexión entre los saurios y las aves, pero esa unión no podía estar aislada en la historia de la evolución. Estructuras complejas como las alas o las plumas no surgen de la noche a la mañana en una especie y, menos aún, al mismo tiempo. Normalmente, aparecen antecedentes o formas menos especializadas a lo largo de la línea evolutiva. Así que los paleontólogos se pusieron a investigar y, a pesar de que las plumas no son las estructuras que mejor fosilizan, acabaron por encontrar los fósiles que demostraban que muchos dinosaurios también tenían plumas o protoplumas. Eso sí, las plumas no estarían presentes en todos los grupos de dinosaurios, sino sólo en el de los terópodos, que es el más cercano a las aves y en el que se incluyen bichos tan cinematográficos como tiranosaurus rex o velociraptores. La verdad es que Parque Jurásico no hubiera sido lo mismo si todos los bichos sanguinarios que salen hubieran ido cubiertos de plumas como una gallina gigantesca de colores chillones. O lo mismo daría más miedo. Espero impaciente que hagan una versión científicamente realista.

martes, 5 de abril de 2016

Los gatos no pueden beber leche

Una noche fría. Unos maullidos lastimosos en la noche. Una familia preocupada en busca del lloroso gatito. Una niña feliz al encontrar al minino. Un tazón de leche consigue que el gato recupere fuerzas... Podría ser una escena de un buen número de películas, series, libros e, incluso, de algún anuncio publicitario y es un de esos conceptos que tene-mos gravados a fuego en nuestro imaginario colectivo, como los lobos que aúllan a la luna o los murciélagos que son ciegos. A los gatos hay que darles un tazón de leche. Pero nada más lejos de la realidad.

Para empezar, porque la mayoría de los gatos adultos son intolerantes a la lactosa ya que, como casi todos los animales, dejan de producir la enzima necesaria para digerirla (la lactasa) una vez son destetados. Así la lactosa acaba en el intestino donde las bacterias del lugar se pondrán a fermentarla, provocando multitud de gases y demás síntomas pocos placenteros. Así que si le das leche a tu gato, lo más probable es que acabe con diarrea.

Pero, además, la leche es uno de los alimentos que suelen provocar reacciones alérgicas en los gatos, lo que es mucho más peligroso que una simple cagalera.

Y, para terminar, la leche es un alimento demasiado calórico para un gato adulto que lleve una alimentación equilibrada, por lo que darle tazones de leche muy a menudo lo único que conseguirá será ponerle gordo como un piano.

Así que no, los gatos no deberían beber leche. Y, si lo hacen, siempre que sea sin lactosa, desnatada o semidesnatada, como premio ocasional y después de haberse asegurado de que no les da alergia. Eso en el caso de que les guste, que nunca es seguro. Mi gato Luis, por ejemplo, la odiaba.