martes, 31 de mayo de 2016

¿En qué consiste la domesticación?

La domesticación es uno de esos conceptos que (como la “cultura”, la “conciencia” o el “arte”) para la que hay mil definiciones diferentes. Algunos dicen que es una simbiosis, otros identifican domesticación con domesticidad y consideran domesti-cado a cualquier animal doméstico, los hay para los que domesticar y domar es lo mismo... Para mí, la domesticación es el proceso por el cual el hombre introduce cambios en los seres vivos para hacerlos más productivos que les llevan a resultar inviables en la naturaleza.

Así, por ejemplo, las ovejas tendrían muy complicado pasar un verano sin deshidratarse con sus abrigos de lana (para saber cómo apareció la lana puedes leer “la lana es un invento humano”) que, para colmo, se irían enganchando en todos los arbustos que se cruzaran. Las vacas, con sus enormes ubres y su lactancia perpetua (que se llevaría buena parte de los nutrientes que comiesen), serían otras que lo pasarían bastante mal en libertad. Eso por no hablar de los perros, con su incapacidad para madurar (ver “Los perros abandonados”) y las formas cada vez más extremas que adoptan las razas. Aunque, para formas incompatibles con la naturaleza, las de los cerdos, cuyos volúmenes corporales en edad adulta llegan a tales niveles que muchos son totalmente incapaces de andar.

En el otro lado se situarían los gatos y los caballos que, salvo algunas razas muy raras como los gatos esfinge (carecer de pelo no es lo mejor para pasar el invierno), se diferencian poco de sus primos salvajes.

martes, 10 de mayo de 2016

Aves y saurios 4: Las plumas no surgieron para volar

Los dinosaurios no volaban. Eso es algo que los científicos llevan declarando de forma tajante desde hace décadas. Los pterosaurios y pteranodones sí, pero esos eran reptiles de otras familias, no de los dinosaurios. Por tanto, si admitimos que tenían plumas, también tendría-mos que admitir que las plumas no surgieron para volar. De hecho, incluso si al final se descubriera que alguno de los dinosaurios era capaz de surcar los cielos, el título de esta entrada seguiría estando en lo cierto: las plumas no surgieron para volar.

La primera razón es la filosófica. A no ser que uno crea en un poder superior que va dirigiendo la evolución de las especies, las cosas no surgen con una finalidad concreta. Aparecen y luego si tiene utilidad, pues mejor que mejor. Por ejemplo, tener todos los glóbulos rojos en forma de media luna (anemia drepanocítica se llama) es un síndrome con multitud de complicaciones y con una esperanza de vida bastante corta. Tener sólo la mitad, te protege de la malaria. Pero nadie puede decir que, causando el sufrimiento que causa a los que padecen la anemia, esa mutación surgió para proteger a nadie de la malaria. Simplemente, pasa. Y lo mismo con las plumas.

La segunda razón es que volar implica mucho más que unas simples plumas, como bien saben gallinas y avestruces. Además, las plumas encontradas en dinosaurios son proto-plumas, algunas de las cuales tienen una estructura bastante parecida a un pelo. Y su función, también sería la misma que nuestro pelos: crear una capa de aire sobre la piel que evitara la desecación, el frío, la pérdida excesiva de agua y las quemaduras solares. No es volar, pero tampoco es moco de pavo.

martes, 3 de mayo de 2016

Evolucionar no significa mejorar

Incluso antes de que internet copara nuestras vidas y la inmediatez se convirtiera en dogma, a poca gente le daba por leerse los largos tratados científicos llenos de complicados tecnicismos y que, en muchos casos, ni siquiera llegan a una conclusión clara. El problema de esto es que las teorías que nos llegan, suelen hacerlo desprovistas de todas las explicaciones y matices que deberían llevar. Así, mucha gente sigue creyendo que Darwin postuló que el hombre viene del mono o que la evolución hace mejorar los animales. Y ninguna de las dos cosas son ciertas. Empecemos por lo de la evolución y dejemos los monos para otro día.

Evolucionar no significa mejorar, sólo cambiar. Cuanto más alejado esté de la forma que tenían sus antepasados, más evolucionada estará una especie, pero eso no significa que sea mejor. Puede tener una organización más compleja, más adaptaciones al medio o más mutaciones en sus genes, pero eso no significa que sea mejor. De hecho, no hay nada que diga que evolucionar tiene que ser algo beneficioso.

El problema es que en biología, las cosas no son mejores, sino aptas para un determinado ambiente. Lo que vale en un sitio, puede ser un desastre en otro, independientemente de lo evolucionada que se suponga que esté tu especie. Sí, los humanos poseemos una inteligencia que nos permite alterar todo nuestro planeta y hay más especies de insectos que del resto de animales y las plantas angiospermas han conquistado casi toda la tierra emergida y las aves pueden volar por los cielos. Pero en el océano a 3000 metros de profundidad junto a una dorsal oceánica de la que sale el agua a más de 300 grados no hay humanos, insectos, angiospermas o aves. Ahí lo que vive bien son arqueas, unas bacterias que se supone que han evolucionado muy poco y que pueden realizar maravillas como soportar altísimas temperaturas o alimentarse de metales pesados. Ahí características tan "evolucionadas" como ser pluricelular, soportar la desecación terrestre, usar fuentes de carbono como alimento, regular la temperatura, la reproducción sexual o realizar la fotosíntesis no valen de nada. Y es que, a veces, lo más sencillo es lo mejor.