martes, 4 de octubre de 2016

Es imposible que una abeja vuele

“Las abejas (o los abejorros o las moscas, según quién te cuente la anécdota) no pueden volar según las leyes de la aerodinámica, solo que ellas no lo saben”. Hay que reconocer que es una pedazo de frase. Es contundente, graciosa, contradice la realidad, suena a consejo de autoayuda (si ellas pueden, tú también), planea un misterio y sirve para apoyar cualquier teoría que gire en torno a la idea de que “hay cosas que la ciencia no puede explicar”. Reúne todo lo necesario para grabarse a fuego en cualquier cerebro y su índice de pegajosidad está a la altura de “la fruta no se puede comer de postre” o “los humanos no estamos diseñados para digerir la lactosa”. Y es igual de acertada.

Se dice que, según la aerodinámica, un animal de ese peso y con ese tamaño de alas no debería poder volar, pero pensemos un poco:

- Las abejas vuelan. Eso es un hecho impepinable que se puede demostrar empíricamente.

- No lo hacen con magia, porque la magia no existe (hasta donde yo sé).

- Tampoco es un milagro ya que hacer que un puñado de insectos vuelen sería el acto divino más absurdo de la historia.

- Y dudo mucho que los insectos sean unos superseres capaces de abstraerse del funcionamiento del resto del universo.

- Por tanto, dado que vuelan y no parece que se deba a causas sobrenaturales, la única conclusión lógica es que las abejas lo hagan respetando todos los principios básicos de nuestra realidad.

De hecho, lo que increíble no es que las abejas puedan volar, sino que la física no pueda explicarlo. La misma gente que trata de demostrar un concepto tan complejo como el de las supercuerdas (en el que se manejan supuestos con hasta 11 dimensiones) son incapaces de entender el vuelo de una simple mosca. Pues muy bien por ellos. Gallifantes para los caballeros.

Aunque hay algo más preocupante en todo esto y es lo fácil que una anécdota tonta que alguien contó puede llegar a convertirse en un mantra científico repetido por medio mundo como si en él se encerrase el sentido de la vida. “Según la física, es imposible que las abejas vuelen”, “según la física, es imposible que las abejas vuelen”, “según la física, es imposible que las abejas vuelen”. Da hasta un poco de miedo.

Por cierto, al final los científicos se pusieron a trabajar y ya son capaces de explicar por qué vuelan las abejas. Tiene que ver con su capacidad para rotar las alas, pero si quieren enterarse de más pregunten a un físico.

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