martes, 10 de mayo de 2016

Aves y saurios 4: Las plumas no surgieron para volar

Los dinosaurios no volaban. Eso es algo que los científicos llevan declarando de forma tajante desde hace décadas. Los pterosaurios y pteranodones sí, pero esos eran reptiles de otras familias, no de los dinosaurios. Por tanto, si admitimos que tenían plumas, también tendría-mos que admitir que las plumas no surgieron para volar. De hecho, incluso si al final se descubriera que alguno de los dinosaurios era capaz de surcar los cielos, el título de esta entrada seguiría estando en lo cierto: las plumas no surgieron para volar.

La primera razón es la filosófica. A no ser que uno crea en un poder superior que va dirigiendo la evolución de las especies, las cosas no surgen con una finalidad concreta. Aparecen y luego si tiene utilidad, pues mejor que mejor. Por ejemplo, tener todos los glóbulos rojos en forma de media luna (anemia drepanocítica se llama) es un síndrome con multitud de complicaciones y con una esperanza de vida bastante corta. Tener sólo la mitad, te protege de la malaria. Pero nadie puede decir que, causando el sufrimiento que causa a los que padecen la anemia, esa mutación surgió para proteger a nadie de la malaria. Simplemente, pasa. Y lo mismo con las plumas.

La segunda razón es que volar implica mucho más que unas simples plumas, como bien saben gallinas y avestruces. Además, las plumas encontradas en dinosaurios son proto-plumas, algunas de las cuales tienen una estructura bastante parecida a un pelo. Y su función, también sería la misma que nuestro pelos: crear una capa de aire sobre la piel que evitara la desecación, el frío, la pérdida excesiva de agua y las quemaduras solares. No es volar, pero tampoco es moco de pavo.

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