martes, 3 de mayo de 2016

Evolucionar no significa mejorar

Incluso antes de que internet copara nuestras vidas y la inmediatez se convirtiera en dogma, a poca gente le daba por leerse los largos tratados científicos llenos de complicados tecnicismos y que, en muchos casos, ni siquiera llegan a una conclusión clara. El problema de esto es que las teorías que nos llegan, suelen hacerlo desprovistas de todas las explicaciones y matices que deberían llevar. Así, mucha gente sigue creyendo que Darwin postuló que el hombre viene del mono o que la evolución hace mejorar los animales. Y ninguna de las dos cosas son ciertas. Empecemos por lo de la evolución y dejemos los monos para otro día.

Evolucionar no significa mejorar, sólo cambiar. Cuanto más alejado esté de la forma que tenían sus antepasados, más evolucionada estará una especie, pero eso no significa que sea mejor. Puede tener una organización más compleja, más adaptaciones al medio o más mutaciones en sus genes, pero eso no significa que sea mejor. De hecho, no hay nada que diga que evolucionar tiene que ser algo beneficioso.

El problema es que en biología, las cosas no son mejores, sino aptas para un determinado ambiente. Lo que vale en un sitio, puede ser un desastre en otro, independientemente de lo evolucionada que se suponga que esté tu especie. Sí, los humanos poseemos una inteligencia que nos permite alterar todo nuestro planeta y hay más especies de insectos que del resto de animales y las plantas angiospermas han conquistado casi toda la tierra emergida y las aves pueden volar por los cielos. Pero en el océano a 3000 metros de profundidad junto a una dorsal oceánica de la que sale el agua a más de 300 grados no hay humanos, insectos, angiospermas o aves. Ahí lo que vive bien son arqueas, unas bacterias que se supone que han evolucionado muy poco y que pueden realizar maravillas como soportar altísimas temperaturas o alimentarse de metales pesados. Ahí características tan "evolucionadas" como ser pluricelular, soportar la desecación terrestre, usar fuentes de carbono como alimento, regular la temperatura, la reproducción sexual o realizar la fotosíntesis no valen de nada. Y es que, a veces, lo más sencillo es lo mejor.

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