martes, 21 de febrero de 2017

La reproducción de los marsupiales

Todos sabemos que los marsupiales tienen una bolsa llamada marsupio que les sirve para llevar a sus crías, pero eso no llega a dar una idea de lo increíblemente flipante que es la reproducción en los marsupiales. Para empezar, las hembras tienen dos vaginas laterales con su propio útero independiente. Pero, por si dos vaginas no fuera suficiente, cuentan con otra más que va por medio de las otras y que solo sirve para el parto. Por supuesto, con tanta vagina, el pene de los machos no podía ser normal (más allá de su pinta de zanahoria pocha) y muchas especies presentan la punta bifurcada para inseminar las dos vaginas laterales a la vez.

Pero ahí no acaba la cosa porque la principal característica de los marsupiales es que carecen de placenta, por lo que el embrión no puede ser alimentado más que con sus propias reservas y alguna secreción del útero. Así, tras apenas un mes de gestación, el embrión (una cosa rosada que parece una lombriz gorda con manos) se ve obligado a salir al exterior y escalar a su madre en busca de los pezones que tiene en la bolsa (en los marsupiales que tienen bolsa, que no son todos). Si lo consigue, se colgará de él durante un par de meses hasta estar completamente formado.

Y para acabar, una última curiosidad: la madre es receptiva desde el mismo momento del parto, pero los óvulos que sean fecundados entonces no se desarrollarán hasta que no termina de amamantar a la cría (unos dieciocho meses después). Que la cangura tiene una bolsa, pero no el bolso de Mary Poppins.

jueves, 27 de octubre de 2016

¿Es un guepardo, un leopardo o un jaguar?

Imagínate que estás en medio de la selva, a punto de ser devorado por un felino moteado y, de repente, te entra la curiosidad por saber de qué especie es aquel animal que va a causarte la muerte. Bueno, es cierto que un guepardo no sería porque no abundan en las selvas… y también podrías deducir a cuál de los otros te enfrentas con solo recordar el continente en el que estás… Da lo mismo, olviden la historia de la entrada y céntrense en lo importante: ¿Cómo se distinguen estas tres especies de felinos con manchas a simple vista?

Pues nada más y nada menos que por las manchas ya que, a pesar de lo que pueda parecer, no son iguales. Los guepardo solo tiene puntos, mientras que en leopardos y jaguares las manchas suelen formar círculos en su lomo. ¿Y para distinguir a estos dos? Pues en leopardos el centro del círculo está limpio y en jaguares tienen puntos.

La próxima vez que esté a punto de ser devorado, ya podrás saber qué es lo que te va a comer. A no ser que sea un tigre, claro.

martes, 25 de octubre de 2016

¿Cuántas jorobas tienen los camellos?

Antes de responder a la pregunta de cuántas jorobas tiene un camello, primero habría que tener claro qué entendemos por “camello” porque este nombre tiene varios usos. Podemos considerar como “camellos” a todos los que pertenecen a la familia de los caméllidos, a los que pertenecen al género Camelus o solo a las dos especies de camellos batracios.

En cualquier caso, el reparto de jorobas es sencillo: sólo tienen los del género Camelus, correspondiendo dos a cada una de las especies de camellos batracios y una a los dromedarios.

Así que la próxima vez que te pregunten cuántas jorobas tienen los camellos puedes responder que la pregunta es poco concreta. O puedes decir que tienen dos y así te evitas quedar como un sabelotodo. La decisión es tuya.

martes, 18 de octubre de 2016

Animales que se reconocen frente al espejo

Reconocer el propio reflejo en un espejo puede parecernos una obviedad, aunque en realidad se trata de una rareza entre la mayoría de los animales. Muy pocas especies son capaces de reconocerse a sí mismas e incluso dentro de los humanos hay excepciones (los bebés menores de un año y aquellos que sufren dolencias relacionadas con la memoria o el reconocimiento de caras).

Algunos tratan de buscar en ello “la medida de la propia consciencia” o, incluso, hay quien lo relaciona con cuestiones divinas, pero que tener en cuenta que en muchas especies la vista es algo tan secundario que es más probable que la “conciencia de sí mismo” se base en otros aspectos como el olor. Además, dada la ausencia de espejos en la naturaleza, esta habilidad no en nada a la supervivencia y, por tanto, es completamente ajena a la selección natural. Que aparezca o no puede deberse a la más pura casualidad.

Determinar qué especies son capaces de esta proeza tampoco es algo fácil de averiguar. La Prueba del Espejo de Gordon Gallup Jr, por ejemplo, consiste en poner a un animal una marca en el cuerpo y después enfrentarlo a un espejo para ver si se da cuenta de que la marca que ve en el reflejo está en su cuerpo. Esto no solo puede resultar bastante subjetivo (que el animal se frote la marca se puede deber a muchas cosas) y penaliza a especies cuyos comportamientos les impiden mirar a otro ejemplar directamente, que son incapaces de ver otras partes de su cuerpo (¿cómo sabe un cocodrilo que no tenía la marca donde se la pongas si nunca ha sido capaz de verlo antes?) o que tienen un tipo de visión diferente.

Hasta el momento, este tipo de prueba lo han pasado varias especies de primates, cetáceos, elefantes y córvidos que son, básicamente, los típicos animales a los que se dirigen todos los test sobre inteligencia. Habría que saber qué animales, más allá de los perros, no los han pasado y por qué.

Los que, desde luego, no tienen ninguna conciencia de su reflejo son los gatos y para demostrarlo no hay más que poner uno de los millares de vídeos que circulan por internet de gatos cabreados atacando a espejos. También hubiera valido echarle un ojo a mi gato que, como nunca había visto a uno de su especie y además era un cobardica, cada vez que estaba cerca de un espejo miraba hacia otro lado como si esperase que el bicho del reflejo fuera a desaparecer si lo ignoraba el suficiente tiempo.

jueves, 13 de octubre de 2016

Aves y saurios 10: Las aves son dinosaurios

Ha sido un camino largo y difícil desde que se descubriera Archaeopteryx allá por 1961 y, desde ese mismo momento, los ataques y acusaciones han estado a la orden del día. Pero la ciencia nunca se detiene y los investigadores han ido sumando minuciosamente cada descubrimiento: el eslabón perdido entre aves y saurios, las plumas fosilizadas, los dinosaurios con alas… Este último, supuso uno de los hitos más grandes pues suponía poner fin a la última resistencia que dejaba a las aves separadas. Pues si tenían alas y podían volar, no había razón para admitir lo que empezaba a ser obvio: que las aves son dinosaurios.

Y que conste que no digo que desciendan de los dinosaurios, si no que lo son. Esto significa que un colibrí presenta menos diferencias con un diplodocus que un lagarto con un cocodrilo (diferencias de las que importan en una clasificación, me refiero, no a minucias como el tamaño) y que hubo un grupo de dinosaurios que sobrevivió a la extinción en masa que acabó con su reinado.

Pero más allá de que dónde se clasifiquen las aves, la verdadera importancia de esto es que una vez más se ha demostrado que no hay sitio para dogmas en la ciencia, pues esta se basa en la acumulación de descubrimientos. Y si las aves han acabado siendo dinosaurios, a partir de ahora podemos esperarnos cualquier cosa. Nada es sagrado y todo es revisable.