jueves, 23 de octubre de 2014

Los osos polares son blancos para camuflarse en la nieve

Este tipo de frases son muy comunes cuando se hablan de seres vivos. Las nutrias tienen patas palmeadas para nadar, las aves cuentan con alas para volar o las ballenas poseen grasa para protegerse del frío. Es una forma de hacer más sencillos los conceptos, pero siempre hay que tener claro que las cosas no son así porque la evolución no lleva una dirección concreta. Las mutaciones son aleatorias y la mayoría no sirven para nada o son mortales.

Así que en lugar de decir que los osos polares son blancos para camuflarse en la nieve, lo que hay que pensar es que los osos se camuflan en la nieve porque son blancos. Sería igual pensar que yo soy alto para poder darle a mi madre los tarros de los estantes elevados, cuando es al revés: yo puedo agarrar esos tarros porque soy alto. Es una coincidencia que mi altura tenga esa utilidad y sería absurdo pensar que alguien lo tenía planeado para que yo desempeñase esa tarea.

De hecho, lo más seguro es que la mutanción que haría blancos a los osos ni siquiera apareciera en el polo. El mundo es inmensos y los osos habitaban en lugares bastante más poblados que el Ártico, donde las camadas eran mayores y había más posibilidades de tener un cachorro blanco. En un principio, el color no supondría una ventaja para ellos, más bien lo contrario pues les haría demasiado visibles en llanuras y bosques. Claro que esto cambiaría cuando algunos osos llegaran al polo. Allí los blancos prosperarían y acabarían dando lugar a una nueva espercie de osos, los polares. Todo gracias a que, al ser blancos, se podían camuflar en la nieve.

viernes, 19 de septiembre de 2014

El cuerpo humano no es una máquina perfecta

Este mito, obviamente, proviene de la idea de que los humanos somos la especie elegida que la religión y la medicina se han empeñado en extender para satisfacer nuestro egocentrismo. Lo cierto es que, en la naturaleza, no abundan las cosas perfectas. Suelen ser, como mucho, aceptables.

Piensen en una lavadora ¿existe una que sea perfecta? ¿usted introduce la prenda y sin más le sale limpia y estirada? Creo que no. Necesitan jabón, quitamanchas, acumulan cal, estropean la ropa por lavarla a porrazos, gastan cantidades ingentes de agua, hacen ruido, arrugan todo, tardan una barbaridad, se estropean a la mínima de cambio y, encima, no siempre consigues el resultado que esperabas y tienes que volver a empezar. Pero es indudable que es lo mejor que existe para lavar la ropa.

Pues nosotros, igual. Somos lo que ha sobrevivido de nuestra línea genética y las características que poseemos son lo suficientemente buenas (o no lo bastante malas) para permitirnos sobrevivir. Pero de perfección, ni asomo. Aquí algunos ejemplos: el aparato respiratorio de las aves absorbe muchísimo más oxígeno del aire que los pulmones de cualquier mamímero; no podemos digerir la celulosa a pesar de alimentarnos de plantas; nuestros sentidos son bastante pobres dentro de la escala de los animales; las rodillas soportan demasiado peso debido a nuestra postura erguida y suelen lesionarse; nuestro sistema inmune es incapaz de hacer frente a muchas enfermedades, pero no tiene problemas en atacar al propio cuerpo o defenderse de cosas inofensivas como en las alergias; nuestra piel (unida a la escasez de vello) es incapaz de protegernos del sol, el frío, los insectos o el calor; nuestra cabeza ha crecido tanto que los bebés tienen que girarse en el canal del parto para poder nacer (lo que no facilita el proceso, precisamente); somos los únicos primates que nos podemos atragantar gracias a la posición de nuestra laringe (aunque, por otra parte, es lo que nos permite hablar)… y así, podríamos seguir un siglo. Nada es perfecto en esta vida. Ni falta que hace.

jueves, 14 de agosto de 2014

¿Qué fue primero el huevo o la gallina?

Esta pregunta siempre se plantea como uno de los grandes enigmas de la naturaleza, aunque no es tan complicada de contestar porque los huevos pueden salir de otras cosas que no sean gallinas (de una codorniz, por ejemplo), pero las gallinas sólo pueden salir de huevos ¿Complicado? Trataré de explicarme con un ejemplo que sea más sencillo. Imaginemos que los humanos somos “protogallinas”. Tenemos bastante variedad de formas y colores. Altos, bajos, pálidos, oscuros, pelo liso, ojos rasgados, gordos, rizos… hay multitud de posibilidades. Y, ahora, pensemos que uno de esos grupos acabe formando una especie propia. Ellos serán las gallina. Por ejemplo, cojamos a los pelirrojos con pecas y piel pálida.

Los genes de esa futura especie están entre nosotros, pero con la mezcla que tenemos es muy complicado que acaben diferenciarse como especie. Para eso, lo mejor, es quedarse aislados. Así que imaginemos en un futuro en el que Irlanda, tierra con gran porcentaje de pelirrojos, quedara aislada del resto del mundo por la razón que sea. El gen del pelo rojo es recesivo, es decir, necesitas heredarlo de tu padre y de tu madre para ser pelirrojo. Si uno es de pelo rojo y el otro es de pelo moreno, serás moreno. Pero sin mezclas con los morenos del exterior, los típicos genes pelirrojos irlandeses se irían haciendo más comunes. Los hijos de dos pelirrojos, serían pelirrojos. Y los morenos con genes pelirrojos en su sangre, podrían tener hijos pelirrojos. Así, poco a poco, los pelirrojos acabarían siendo mayoría.

Pero el pelo, las pecas y la piel pálida, no serían las únicas características que se irían fijando en la población. Las mutaciones que aparecieran expontáneamente, se quedarían en la isla y (aquellas que no fueran demasiado perjudiciales) se extenderían entre la población hasta que tuvieran las suficientes para ser diferentes del resto de humanos.

Y así, un día dentro de miles (o millones) de años, se podría coger a uno de esos irlandeses y se vería que no puede tener descendencia fértil con cualquier otro humano, que es lo que distinguen (en general y con excepciones) unas especies de otras. Tendríamos entonces una especie de pelirrojos irlandeses. No se abrió el cielo y el nuevo “pelirrojo supremo” bajó a la Tierra para dar lugar él solo a su nueva raza. sino surgieron tras multitud de cruces entre humanos, medio humanos, bastante humanos, casi humanos, un poco humanos y mínimamente humanos. Todos juntos, en un continuo, hasta que las características de la población fueran similares entre ellos y diferentes al del resto de humanos. Entonces podríamos hablar de especie, pero habrían surgido de gente que, sin tener todas las características de “pelirrojo puro”, eran parecidos. O, volviendo al tema de las aves, las gallinas surgirían de huevos que saldrían de cosas parecidas a gallinas que no acababan de ser gallinas. Es decir, el huevo fue antes que la gallina.

Espero que así se entienda. Y si no, ya lo intentaré en otra ocasión.

jueves, 7 de agosto de 2014

Los murciélagos no son ciegos

La primera entrada está dedicada a los animales que dan nombre al blog (bueno, se llama Los Vampiros Ciegos, pero eso es porque Los murciélagos ciegos ya estaba pillado). Porque ellos no sólo ven, sino que lo hacen bastante bien. "Pero si viven de noche" podrían decir ustedes. Claro que, por esa regla de tres también gatos, búhos, leones, hienas, erizos y ratas (que básicamente son nocturnos) tendrían que ser ciegos. Y nada más lejos de la realidad. De hecho, todos ellos cuentan con una vista espectacular que les permite desenvolverse sin más luz que la de la luna.

“Pero tienen un radar para guiarse” añadiría alguien. Bien, pues entonces los delfines deberían ser ciegos también. Y algunas serpientes que poseen un tipo de visión infrarroja y los peces que detectan campos eléctricos con la línea lateral… no sé qué manía le tiene la gente a los pobres murciélagos por tener un sistema de sónar. Hay decenas de ejemplos de animales con “radares” y a nadie se le ocurre que tengan que ser ciegos.

"Pero no necesitan los ojos" sería una posible conclusión. Incluso si eso fuera cierto (que ya les digo que no), las cosas no aparecen en los animales porque se necesitan, sino porque algún antepasado que las tenía sobrevivió y le transmitió esos genes a sus descendientes. Es la razón por la que usted tiene dedos meñiques en los pies, muelas del juicio o apéndice en el intestino cuando no son demasiado útiles.

Como decía, los pobres murciélagos son unos incomprendidos. De hecho, ni todos son nocturnos, ni todos cuentan con radar (los zorros voladores, por ejemplo), ni todos comen insectos y, desde luego, ninguno es ciego. Entonces ¿por qué algunas especies usan un sónar para cazar por la noche? Pues porque está oscuro. Es simple. Los ojos necesitan luz para ver. Poca, algo o mucha, pero requiere luz para formar las imágenes. Y si no hay luz, ya puedes ser un gato o un búho, que te va a dar igual. Por muy buena visión que poseas, no vale de nada si la oscuridad es total. Problema que solventan los murciélagos con su maravilloso radar.