jueves, 21 de abril de 2016

Aves y saurios 3: Los dinosaurios tenían plumas

Olvídate de los dinosaurios de piel escamosa y color verdoso, grisáceo o amarillento porque los hallazgos paleontológicos apuntan a que los terribles lagartos gigantes en rea-lidad estaban ¡¡cubiertos de plumas!!

La aparición de Archaeopteryx y su aspecto de dinosaurio con alas dejó claro que existía una conexión entre los saurios y las aves, pero esa unión no podía estar aislada en la historia de la evolución. Estructuras complejas como las alas o las plumas no surgen de la noche a la mañana en una especie y, menos aún, al mismo tiempo. Normalmente, aparecen antecedentes o formas menos especializadas a lo largo de la línea evolutiva. Así que los paleontólogos se pusieron a investigar y, a pesar de que las plumas no son las estructuras que mejor fosilizan, acabaron por encontrar los fósiles que demostraban que muchos dinosaurios también tenían plumas o protoplumas. Eso sí, las plumas no estarían presentes en todos los grupos de dinosaurios, sino sólo en el de los terópodos, que es el más cercano a las aves y en el que se incluyen bichos tan cinematográficos como tiranosaurus rex o velociraptores. La verdad es que Parque Jurásico no hubiera sido lo mismo si todos los bichos sanguinarios que salen hubieran ido cubiertos de plumas como una gallina gigantesca de colores chillones. O lo mismo daría más miedo. Espero impaciente que hagan una versión científicamente realista.

martes, 5 de abril de 2016

Los gatos no pueden beber leche

Una noche fría. Unos maullidos lastimosos en la noche. Una familia preocupada en busca del lloroso gatito. Una niña feliz al encontrar al minino. Un tazón de leche consigue que el gato recupere fuerzas... Podría ser una escena de un buen número de películas, series, libros e, incluso, de algún anuncio publicitario y es un de esos conceptos que tene-mos gravados a fuego en nuestro imaginario colectivo, como los lobos que aúllan a la luna o los murciélagos que son ciegos. A los gatos hay que darles un tazón de leche. Pero nada más lejos de la realidad.

Para empezar, porque la mayoría de los gatos adultos son intolerantes a la lactosa ya que, como casi todos los animales, dejan de producir la enzima necesaria para digerirla (la lactasa) una vez son destetados. Así la lactosa acaba en el intestino donde las bacterias del lugar se pondrán a fermentarla, provocando multitud de gases y demás síntomas pocos placenteros. Así que si le das leche a tu gato, lo más probable es que acabe con diarrea.

Pero, además, la leche es uno de los alimentos que suelen provocar reacciones alérgicas en los gatos, lo que es mucho más peligroso que una simple cagalera.

Y, para terminar, la leche es un alimento demasiado calórico para un gato adulto que lleve una alimentación equilibrada, por lo que darle tazones de leche muy a menudo lo único que conseguirá será ponerle gordo como un piano.

Así que no, los gatos no deberían beber leche. Y, si lo hacen, siempre que sea sin lactosa, desnatada o semidesnatada, como premio ocasional y después de haberse asegurado de que no les da alergia. Eso en el caso de que les guste, que nunca es seguro. Mi gato Luis, por ejemplo, la odiaba.