jueves, 10 de diciembre de 2015

Los insectos no tienen pulmones

¿Sabes cómo respiran los insectos? Pues ya te digo que no lo hacen con unos pulmones. Sí, aunque parezca imposible. Ni pulmones, ni bran-quias, ni nada que se le parezca. A veces el antropocentrismo que rige la vida humana nos impide ver más allá de nuestro propio cuerpo, pero existen soluciones anatómicas dife-rentes a las de hombres y mamí-feros. Ahí fuera hay un mundo repleto de animales que no mean (ya hablaremos de eso), que “ven” energías con las que nosotros sólo podemos soñar, que poseen varios cerebros y, sí, que carecen de pulmones.

La verdad es que para los insectos, la presencia de pulmones o cualquier otro sistema respiratorio nunca resultaría una ventaja evolutiva. Primero, porque tendrían complicado meter un órgano tan voluminoso (más aún si está lleno de aire) en sus pequeños cuerpos. Pero, sobre todo, porque el exoesqueleto que les recubre es rígido y les impediría realizar los movimientos de inspiración y espiración (que no expiración).

Ademas, hay que tener en cuenta que los insectos (como buenos artrópodos) carecen de un sistema circulatorio cerrado que vaya por unos vasos (como el nuestro) y tampoco cuentan con células especializadas (como nuestros glóbulos rojos) que transporten el oxígeno. En el agua, todo esto se soluciona fácilmente con unas branquias que se abran al exterior y que expongan la sangre (hemolinfa sería más exacto) al agua para que intercambie oxígeno, pero eso no puede hacerse en el medio terrestre porque la pérdida de agua por evaporación sería mortal.

Así que la evolución tuvo que inventarse algo nuevo y lo que se le ocurrió fue el sistema traqueal que consiste en una serie de finos tubos que se abren al exterior (a través de unos agujeros llamados espiráculos) y que van ramificándose hasta llegar a cada una de las células (igual que nuestro sistema circulatorio), llevando el oxígeno y captando el dióxido de Carbono.

Curiosamente, son las dos características que le impedían tener pulmones las mismas características que le permiten tener traqueas. Si fueran de mayor tamaño, el oxígeno no llegaría a las células (por eso nosotros necesitamos que lo lleven los glóbulos rojos) y la rigidez del exoesqueleto le sirve para mantener los espiráculos abiertos constantemente, además de para sostener estructuras como opérculos o pelos con los que minimizar la pérdida de agua.

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